-¿Ya han vuelto?
-Si...
-¿Y?¿Hay alguna noticia sobre Luwin?
-No han encontrado rastro alguno de él... es como... como si hubiera desaparecido...
Eran las peores noticias que podía esperar, aunque no era la primera vez que llegaba esa noticia de los exploradores que se adentraban a las gusaneras y volvían sin Luwin. Hacía semanas que no se sabía nada de él, y todos sus hermanos temían lo peor...
Hela era de las pocas personas que sentía tanto dolor por esa perdida. Estaba destrozada por dentro, y arrancaba a llorar a la mínima que recordaba a Luwin a solas. Sus sentimientos hacía Luwin, que tanto se esforzaba en negar, cada día eran más fuertes... y más dolorosos. Aunque delante de sus hermanos no podía mostrarse de una forma tan débil. Delante de ellos era una capa negra, y tanto el resto como Luwin eran sus hermanos.
Aquella mañana, como todas, le tocaba ayudar al maestre Hake. Desde que se dejó de saber sobre Luwin, el pobre maestre no dejaba de dar vueltas a la idea de haberlo mandado a una tumba fría y oscura, y ese sentimiento le comía por dentro como el veneno. Esa mañana era de las peores, como todas las mañanas en que los exploradores volvían con noticias tan negras. Le debía dar ella misma la noticia que tanto le dolería por dentro.
Mientras subía a las estancias del maestre, se cruzó con Joseth.
-¿El niñato aún no se ha dignado a aparecer o qué? Por su culpa estoy trabajando más de lo que debería, y me duele cada vez mas la espalda...
-Cállate, imbécil... ¿Donde esta el maestre Hake?
-¿El viejo? En las pajareras... Seguro que sus pajaritos le han sacado ya los ojos!-Mientras decía esas palabras, no pudo evitar soltar una carcajada.
Las escaleras a las pajareras eran las peores de subir, la distancia entre los escalones era bastante más que la del resto de escaleras del castillo negro, y los escalones no eran muy amplios. Aun así, Hela los subía cada día para dar de comer a los cuervos que se alojaban allí. Sabía que ese era uno de los trabajos de Luwin, y por eso mismo insistió ella en hacerlo. Los primeros días fueron los peores, con picotazos y caídas por culpa de los pájaros, pero por cada día que pasaba los animales confiaban mas en ella, tanta como la que tenían con el propio maestre.
Al llegar arriba, vio al maestre sentado en un pequeño taburete, rodeado de cuervos que le pedían con sus graznidos la comida.
-Maestre... Los exploradores han vuelto de las gusaneras.
-¿Y qué noticias traen esta vez, Hela?¿Son buenas o malas?
-Me temo que malas... No han encontrado rastro alguno de Luwin ni de pasadizos sin dibujar en los mapas...
-Lástima... Es curioso, un maestre siempre espera las malas noticias de los cuervos... Alas negras, palabras negras se suele decir... En fin, aunque no tengamos alas ni plumas no dejamos de ser cuervos para muchas personas... Parece irónico y todo...
-Si necesita algo no dude en avisarme, maestre.
-Lo mismo digo, Hela... Ya sabes donde estoy, por si necesitas hablar.
-Gracias.
Nada mas salir de la estancia, a Hela se le escapó una lágrima. Sin que nadie la viera, se la secó y volvió a sus tareas.
-Si...
-¿Y?¿Hay alguna noticia sobre Luwin?
-No han encontrado rastro alguno de él... es como... como si hubiera desaparecido...
Eran las peores noticias que podía esperar, aunque no era la primera vez que llegaba esa noticia de los exploradores que se adentraban a las gusaneras y volvían sin Luwin. Hacía semanas que no se sabía nada de él, y todos sus hermanos temían lo peor...
Hela era de las pocas personas que sentía tanto dolor por esa perdida. Estaba destrozada por dentro, y arrancaba a llorar a la mínima que recordaba a Luwin a solas. Sus sentimientos hacía Luwin, que tanto se esforzaba en negar, cada día eran más fuertes... y más dolorosos. Aunque delante de sus hermanos no podía mostrarse de una forma tan débil. Delante de ellos era una capa negra, y tanto el resto como Luwin eran sus hermanos.
Aquella mañana, como todas, le tocaba ayudar al maestre Hake. Desde que se dejó de saber sobre Luwin, el pobre maestre no dejaba de dar vueltas a la idea de haberlo mandado a una tumba fría y oscura, y ese sentimiento le comía por dentro como el veneno. Esa mañana era de las peores, como todas las mañanas en que los exploradores volvían con noticias tan negras. Le debía dar ella misma la noticia que tanto le dolería por dentro.
Mientras subía a las estancias del maestre, se cruzó con Joseth.
-¿El niñato aún no se ha dignado a aparecer o qué? Por su culpa estoy trabajando más de lo que debería, y me duele cada vez mas la espalda...
-Cállate, imbécil... ¿Donde esta el maestre Hake?
-¿El viejo? En las pajareras... Seguro que sus pajaritos le han sacado ya los ojos!-Mientras decía esas palabras, no pudo evitar soltar una carcajada.
Las escaleras a las pajareras eran las peores de subir, la distancia entre los escalones era bastante más que la del resto de escaleras del castillo negro, y los escalones no eran muy amplios. Aun así, Hela los subía cada día para dar de comer a los cuervos que se alojaban allí. Sabía que ese era uno de los trabajos de Luwin, y por eso mismo insistió ella en hacerlo. Los primeros días fueron los peores, con picotazos y caídas por culpa de los pájaros, pero por cada día que pasaba los animales confiaban mas en ella, tanta como la que tenían con el propio maestre.
Al llegar arriba, vio al maestre sentado en un pequeño taburete, rodeado de cuervos que le pedían con sus graznidos la comida.
-Maestre... Los exploradores han vuelto de las gusaneras.
-¿Y qué noticias traen esta vez, Hela?¿Son buenas o malas?
-Me temo que malas... No han encontrado rastro alguno de Luwin ni de pasadizos sin dibujar en los mapas...
-Lástima... Es curioso, un maestre siempre espera las malas noticias de los cuervos... Alas negras, palabras negras se suele decir... En fin, aunque no tengamos alas ni plumas no dejamos de ser cuervos para muchas personas... Parece irónico y todo...
-Si necesita algo no dude en avisarme, maestre.
-Lo mismo digo, Hela... Ya sabes donde estoy, por si necesitas hablar.
-Gracias.
Nada mas salir de la estancia, a Hela se le escapó una lágrima. Sin que nadie la viera, se la secó y volvió a sus tareas.