La oscuridad volvía a acecharte. Aunque, tan al norte, era difícil que hubiese tanta oscuridad... No, no era esa oscuridad que aparece cuando el sol se oculta tras el horizonte, era algo más aterrador, más peligroso, más... más oscuro...
Hacía ya varias jornadas que caminaba por el bosque y no veía ni rastro de animales vivos... ni muertos. Los lobos no aullaban, y eso solo era una de las miles de malas señales que había visto mientras corría hacía el sur.
Sí... Algo debía de pasar. Y algo malo... No podía ser que Craster muriese por si solo en el bosque, ni atacado por una manada de huargos moriría... No tu marido... Algo lo debió matar. Algo que no era un animal... ¿La guardia de la noche? No... ellos son amigos... ¿El pueblo libre? Tampoco, les respetan y les dejan vivir en paz... Entonces, ¿quien pudo ser?
De repente, caes al suelo. Notas en tu cara el frío de la nieve, teñida de rojo... Un fuerte dolor atraviesa tu mejilla derecha... ¿Un corte? ¿Cómo? Elevas la mirada mientras empiezas a correr, sin darte cuenta en la flecha que hay clavada en la nieve delante de ti. El aire empieza a silbar mientras corres. Flechas. Alguien te dispara flechas. No piensas en ellas y corres aún más rápido. Pero no lo suficiente para que te den en la pierna.
Vuelves a caer al suelo. Ya no tienes fuerzas para soportar el dolor y volver a levantarte. Escuchas pasos acercarse. Seguramente tu atacante. Ya no puedes huir más... así que mejor llevarse su vida contigo. Agarras el cuchillo que tienes escondido entre tus ropas con fuerza, esperando a que se acerque. Cuando lo escuchas a tu lado, giras sobre ti misma y lo atacas con todas tus fuerzas.
Pero él lo esquiva con facilidad, cortándote la mano junto la daga que sostenía. Un alarido de dolor atraviesa tu garganta, reseca del cansancio de tantos días de viaje. Él se acerca otra vez a ti, con el acero desenfundado y goteando sangre... Es tu fin. Con tu último aliento, no puedes hacer otra cosa que preguntarle quien es...
-¿Qu...qu...Quien e... eres..?
-Shakta.
-Shakta... Que los dioses... maldigan tu vida... y tu muer...
Un fuerte dolor en el estomago te impide continuar. Bajas tu mirada hacia esa espada que Shakta utilizó para cortarte la mano. La misma espada con la que en esos momentos te apuñalaba el estomago. Un hilo de sangre empieza a recorrer tu boca, mientras tu vista se nubla para siempre... Posiblemente, la misma muerte que tu marido Craster. Posiblemente, la muerte que les espera a muchos más personas mas al sur...
Hacía ya varias jornadas que caminaba por el bosque y no veía ni rastro de animales vivos... ni muertos. Los lobos no aullaban, y eso solo era una de las miles de malas señales que había visto mientras corría hacía el sur.
Sí... Algo debía de pasar. Y algo malo... No podía ser que Craster muriese por si solo en el bosque, ni atacado por una manada de huargos moriría... No tu marido... Algo lo debió matar. Algo que no era un animal... ¿La guardia de la noche? No... ellos son amigos... ¿El pueblo libre? Tampoco, les respetan y les dejan vivir en paz... Entonces, ¿quien pudo ser?
De repente, caes al suelo. Notas en tu cara el frío de la nieve, teñida de rojo... Un fuerte dolor atraviesa tu mejilla derecha... ¿Un corte? ¿Cómo? Elevas la mirada mientras empiezas a correr, sin darte cuenta en la flecha que hay clavada en la nieve delante de ti. El aire empieza a silbar mientras corres. Flechas. Alguien te dispara flechas. No piensas en ellas y corres aún más rápido. Pero no lo suficiente para que te den en la pierna.
Vuelves a caer al suelo. Ya no tienes fuerzas para soportar el dolor y volver a levantarte. Escuchas pasos acercarse. Seguramente tu atacante. Ya no puedes huir más... así que mejor llevarse su vida contigo. Agarras el cuchillo que tienes escondido entre tus ropas con fuerza, esperando a que se acerque. Cuando lo escuchas a tu lado, giras sobre ti misma y lo atacas con todas tus fuerzas.
Pero él lo esquiva con facilidad, cortándote la mano junto la daga que sostenía. Un alarido de dolor atraviesa tu garganta, reseca del cansancio de tantos días de viaje. Él se acerca otra vez a ti, con el acero desenfundado y goteando sangre... Es tu fin. Con tu último aliento, no puedes hacer otra cosa que preguntarle quien es...
-¿Qu...qu...Quien e... eres..?
-Shakta.
-Shakta... Que los dioses... maldigan tu vida... y tu muer...
Un fuerte dolor en el estomago te impide continuar. Bajas tu mirada hacia esa espada que Shakta utilizó para cortarte la mano. La misma espada con la que en esos momentos te apuñalaba el estomago. Un hilo de sangre empieza a recorrer tu boca, mientras tu vista se nubla para siempre... Posiblemente, la misma muerte que tu marido Craster. Posiblemente, la muerte que les espera a muchos más personas mas al sur...